La acuicultura se ha consolidado como una de las actividades productivas con mayor proyección del siglo XXI. El informe conjunto de la FAO y la OCDE1 "Perspectivas Agrícolas 2024–2033" proyecta que, para 2033, la acuicultura alcanzará una producción de 206 millones de toneladas, representando el 55% de la producción global de pescado, marisco y algas. Además, el informe "La pesca hasta 2030"2, elaborado por la FAO junto al Banco Mundial y el IFPRI, predice que, en 2030, el 62% del pescado consumido en todo el mundo provendrá de la acuicultura. Estas proyecciones reflejan cómo la acuicultura no solo está creciendo en volumen, sino también en relevancia estratégica para enfrentar los desafíos alimentarios del futuro.
Frente al progresivo agotamiento de los recursos pesqueros silvestres debido a la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático, la acuicultura no solo ofrece una fuente alternativa y controlada de proteína animal para una población mundial en expansión, sino también una herramienta clave para la seguridad alimentaria y el desarrollo económico sostenible. Sin embargo, el crecimiento acelerado del sector plantea importantes desafíos. Desde el manejo ambiental hasta la equidad en el acceso a los recursos, no todos los modelos productivos ofrecen el mismo balance entre eficiencia, impacto y viabilidad a largo plazo.
En este artículo repasamos cuatro enfoques clave dentro de la acuicultura y evaluamos sus beneficios, limitaciones y perspectivas de desarrollo.
Cuatro enfoques de producción la industria de la acuicultura
Corrales abiertos en zonas costeras: el modelo dominante
Los corrales flotantes en zonas costeras han sido históricamente uno de los sistemas más utilizados para la crianza de especies marinas, especialmente salmónidos y moluscos. Su implementación técnica relativamente simple y sus costos operativos competitivos explican su expansión global.
No obstante, este modelo enfrenta crecientes críticas debido a sus efectos ambientales. Al ser sistemas abiertos, permiten el intercambio libre de agua, pero también la liberación directa de desechos orgánicos, restos de alimentos y residuos de medicamentos. Esta dinámica ha contribuido a procesos de eutrofización, brotes de enfermedades y degradación de hábitats marinos costeros.
Adicionalmente, la interacción con depredadores, la introducción de especies exóticas y el riesgo de escapes masivos han generado impactos sobre la biodiversidad local. En algunos contextos, esto ha derivado en un modelo de explotación territorial de tipo "moverse y abandonar", lo que compromete su sostenibilidad.
Una alternativa para reducir impactos sería acotar el uso de este modelo a escalas más reducidas, priorizando el cultivo de especies filtradoras como los moluscos, que pueden mejorar la calidad del agua.
Plumas abiertas en alta mar: una promesa tecnológica, pero con interrogantes
Como respuesta a las limitaciones del cultivo costero, la industria ha comenzado a migrar hacia estructuras offshore: plumas flotantes ubicadas mar adentro, en aguas más profundas y con mayor recambio hídrico. Esta innovación busca mitigar la carga ambiental en zonas costeras sensibles.
Si bien el potencial técnico es significativo, los desafíos son múltiples. La operación en alta mar requiere una infraestructura robusta, mayor consumo energético, personal altamente calificado y una logística más compleja, lo que eleva sustancialmente los costos y la huella de carbono del sistema.
Además, los problemas de escapes, enfermedades y dependencia de insumos como la harina y el aceite de pescado continúan siendo puntos críticos. De hecho, diversos estudios3 indican que más del 90% de los escapes de peces provienen de instalaciones marinas, generando conflictos con poblaciones silvestres y sectores pesqueros artesanales.
La concentración empresarial en este tipo de cultivos también plantea preguntas sobre la privatización del espacio marino y la exclusión de actores locales.
Acuicultura basada en comunidades: desarrollo local con enfoque social y ambiental
Conocida también como la gestión pesquera comunitaria, es una estrategia que pone en el centro a las poblaciones locales, promoviendo la gestión participativa de los recursos acuáticos y fomentando la equidad en el acceso a los beneficios.
Este modelo no solo busca producir alimentos, sino también generar empleo, fortalecer la soberanía alimentaria y preservar el conocimiento tradicional. Para llevarse a cabo, se entrena y capacita a las comunidades pesqueras, indígenas o rurales para que se puedan implementar los sistemas a pequeña escala. En la mayoría de los casos, esto sucede junto a otras actividades, como el turismo, la agricultura o la educación ambiental.
La acuicultura comunitaria suele utilizar tecnologías de bajo impacto y especies nativas, lo que facilita su adaptación al entorno local y reduce los riesgos ecológicos. Este enfoque ya ha mostrado resultados positivos en países como México4, Brasil, Filipinas y varios del África subsahariana5, donde ha fortalecido el tejido social y empoderó a mujeres y jóvenes, y creando modelos de gobernanza participativa.
Aunque requiere apoyo técnico, financiamiento inicial y marcos regulatorios claros, este modelo representa una vía concreta para democratizar el acceso a la industria acuícola y asegurar que sus beneficios lleguen a más personas, sin comprometer los ecosistemas.
Sistemas tradicionales: lo ancestral para la innovación
La acuicultura no es una invención del mundo moderno. Ejemplos como los estanques integrados chinos, la policultura maya o los sistemas hawaianos demuestran una profunda comprensión del equilibrio entre producción y entorno. Estos modelos, basados en ciclos cerrados y aprovechamiento de residuos, presentan un bajo impacto ambiental y una alta resiliencia. En contextos rurales o comunitarios, su recuperación —combinada con ciencia y tecnología contemporánea— puede ser una vía eficaz para fortalecer la soberanía alimentaria y la diversificación productiva. Revalorizar el conocimiento tradicional implica también un reconocimiento cultural y territorial, favoreciendo esquemas participativos y adaptados a las realidades locales.
Conclusión
La acuicultura tiene el potencial de ser una herramienta poderosa para enfrentar desafíos globales como el hambre, el desempleo rural y la degradación ambiental. No obstante, su consolidación como actividad sostenible dependerá de la capacidad del sector para seleccionar, adaptar y combinar prácticas productivas responsables, innovadoras y culturalmente relevantes. Desde los sistemas más tecnológicos hasta los modelos ancestrales, el futuro de la acuicultura exige una mirada integral, basada en evidencia, que combine eficiencia con preservación ambiental y social.
Referencias
1. https://www.mispeces.com/noticias/La-acuicultura-alcanzara-los-206-millones-de-toneladas-en-2033-segun-informe-de-la-OCDE/?utm_source=chatgpt.com
2. https://elpais.com/economia/2014/02/05/agencias/1391631330_426520.html?utm_source=chatgpt.com
3. https://www.ipacuicultura.com/noticia-71061-seccion-Investigación?utm_source=chatgpt.com
4. https://www.gob.mx/conapesca/prensa/cierra-agricultura-2024-con-resultados-positivos-en-pesca-y-acuacultura-387149?utm_source=chatgpt.com
5. https://www.fao.org/4/Y3018S/Y3018S.htm?utm_source=chatgpt.com
Por Candelaria Carbajo
Fuente: All Aquaculture
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Sobre el autor
Maria Candelaria CarbajoCreativa interdisciplinar, traductora y redactora. Colaboro en la producción y redacción de proyectos creativos y de alto impacto para fomentar el intercambio cultural, transmitir valor diferencial y conectar con sus personas-audiencia. Me gusta el trabajo en equipo y unir fuerzas, experiencias y conocimientos para llevar al mundo todo el potencial que tienen las ideas que buscan impactar positivamente en la vida de los seres humanos.
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